Federación de Enseñanza de CCOO de la Región de Murcia | 8 julio 2025.

La UMU ante el Pin Parental

    La libertad de las familias para educar en sus valores morales ya existía antes, pero de lo que va el veto parental es de convertir en un absoluto su derecho respecto a la educación de su prole, dándoles el poder de vetar cualquier información que contradiga sus propias creencias, por encima del Estado, del sistema educativo, y de la sociedad en su conjunto.

    04/03/2020.
    Artículo de opinión.

    Artículo de opinión.

    Ante las voces que defienden que lo político no debería ser objeto de debate en la universidad, otras muchas voces defendemos que la política es inherente a cualquier acción, decisión o posicionamiento, fuera y dentro de la universidad. El veto parental, que proviene de un partido político muy concreto y con una intención política muy concreta (la de mermar la capacidad de gestión de los docentes y la pluralidad en la concepción de los contenidos complementarios) requiere necesariamente de una res- puesta política, respuesta que se nos pidió a quienes formamos parte del claustro universitario.

    Pues bien, somos parte de la sociedad y no podemos mirar hacia otro lado, siendo la docencia además parte de nuestra propia labor. Lo que en realidad se pretende desde la ultraderecha es secar la raíz de cualquier sistema democrático: la libertad. No la de padres y madres, que ya la tienen. Se trata de la libertad de expresión, de pensamiento, de opinión basada en un conocimiento compartido y contrastado, previamente transferido también en libertad y sin cortapisas. La Universidad, como espacio de pensamiento filosófico, científico, cultural al servicio de la sociedad, tiene el derecho y el deber de defender los espacios públicos de debate y la pluralidad axiológica, y de velar por el sistema educativo que ha de formar a la ciudadanía del mañana.

    Quien niega la legitimidad del claustro universitario para decidir su adhesión a un manifiesto contra este veto, o su pronunciamiento en última instancia, alegando el escaso número de claustrales presentes frente al tamaño de la comunidad universitaria, olvida que quienes asistimos al claustro lo hacemos como representantes. El resultado final tras el largo e intenso debate arrojó 79 votos a favor de un posicionamiento claro en contra del pin parental, frente a dieciocho en contra y dos abstenciones. Para quien conozca el claustro universitario esta no es, ni mucho menos, una cifra pequeña, habida cuenta de que se celebra en horario lectivo y, por tanto, numerosos claustrales han de excusar su asistencia para atender sus obligaciones docentes.

    El veto parental es cuestionable, tanto en su fondo como en su forma. La libertad de las familias para educar en sus valores morales ya existía antes, pero de lo que va el veto parental es de convertir en un absoluto su derecho respecto a la educación de su prole, dándoles el poder de vetar cualquier información que contradiga sus propias creencias, por encima del Estado, del sistema educativo, y de la sociedad en su conjunto. ¿Realmente queremos dar- les tanto poder a cambio de mermar la autoridad de docentes y expertos sobradamente acreditados?

    Y si el fondo del asunto se compadece mal con la convivencia democrática de la sociedad, la forma en que se ha expuesto no es menos cuestionable, con una campaña pro-veto desarrollada a base de mentiras, calumnias o noticias falsas y/o descontextualizadas, mientras se ha desatado una verdadera caza de brujas: denuncias a un profesor en Córdoba, insultos y amenazas a personal experto a la formación afectiva y sexual y, cuando menos, disrupción de actividades formativas desde un discurso homófobo o machista. Las formas han sido de todo menos democráticas, aunque ahora se blanqueen.

    En el fondo, el veto es en sí un ataque frontal a la Escuela Pública, castigada ya largo tiempo con recortes que no remontan. Y, al tiempo que se des- prestigia a ésta, se premia a la otra enseñanza con sesgo ideológico, favoreciéndola por parte del Gobierno regional con subvenciones mucho más cuantiosas. Hoy están queriendo coartar a ‘la pública’ y a sus docentes de enseñanza Primaria y Secundaria. ¿Intentarán mañana lo propio con la enseñanza superior?

    Autores:

    Piedad Fernández Toledo

    Mariá José Pedraja Linares

    Mariano Alarcón García

    Representantes en el Claustro de la Universidad de Murcia y afiliados a CCOO Enseñanza